Transatlanticism.

Hay canciones que te echan a volar, capaces de levantarte hasta en días en que no hay más que tonos grises en tu cabeza e inyectarte una energía tal que te permiten subir a tu nube y flotar por donde quieras y sea necesario. Como también hay otras que te hunden, y las lágrimas te brotan con el sólo hecho de escuchar sus melodías, pero es un sufrimiento placentero, tal vez digno de una persona como yo, fiel representación del masoquismo musical.
Pero no todas las canciones son capaces de provocar aquel sentimiento a ratos tan contradictorio, de emocionarte al punto en que no hay pelo que quede intacto en ti al escucharla(s), ya que con cada nota sientes revivir ese o esos momentos(sentimientos) exactos que te recuerdan, no cualquier canción tiene en su esencia ese quéséyo, algo en especial deben contener, o algo especial yo misma les he ido entregando a través del tiempo, inconscientemente, al hacerlas partícipe de situaciones en que nada me hace mejor (o peor en su defecto) que su fiel compañía.
Hay una banda la cual ese mismo quéséyo al escribir y componer canciones, fecundaron en mí las ganas de hacerla parte de mi vida, de querer la compañía de esas voces cuando no quiero la de nadie más a mi lado, de esa banda en especial me he hecho adicta, a esa banda le entregué las herramientas para emocionarme y me es absolutamente necesaria para días como hoy, en que el frío se hace inmenso y el vacío se transforma en verbo.
Gracias Ben, infinitas gracias por formar parte de este vacío.